El futuro del carbón en Colombia ¿Alemania como modelo?

Parque de la antigua mina de Zollverein, Essen – Alemania (Foto: Claudia Dreyße; Planergruppe-https://www.publicspace.org/es/obras/-/project/k127-zollverein-park)

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Al finalizar la segunda guerra mundial en Europa en 1945, Alemania había sido devastada ¿Cómo logró ese país posicionarse rápidamente como una nación líder a nivel global, al punto de estar organizando su primer mundial de futbol menos de 30 años después? Desde niños hemos oído hablar de Alemania, pero pocos conocen su economía y el papel que jugó la minería de carbón en su recuperación luego de esa gran guerra.

Este escrito trata sobre la minería del carbón en Alemania y en Colombia, planteando algunas lecciones del país europeo sobre su proceso de descarbonización, las cuales pude observar durante una pasantía doctoral que hice en 2018 en la Universidad Technische Hochschule Georg Agricola de ese país. Esto puede dar luces al caso colombiano, de cara al desafío de transición socioeconómica y ambiental que implica la descarbonización de ciertas regiones del país.

Alemania, el carbón como punta de lanza

En el centro-oeste de Alemania se encuentra la Región del Ruhr (Ruhrgebiet) ubicada en el centro del estado federado de Renania del Norte-Westfalia. Allí la economía predominante durante dos siglos fue la minería de carbón, principalmente subterránea, la cual desde mediados del siglo XIX se desarrolló a la par con la industria del hierro, el acero y el sistema ferroviario, para convertirse en el sector líder de la economía alemana que impulsó su industrialización.

El milagro de la postguerra

Al finalizar la segunda guerra mundial las fuerzas aliadas implementaron el Plan Marshall para impulsar la recuperación de Alemania, lo que también conllevaba restricciones a la producción de acero alemán. En 1951 Alemania Occidental con otros países europeos fundaron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la cual además de ser la precursora de la CEE y de la Unión Europea, ayudó a levantar restricciones sobre la industria alemana. Luego de ello se gestó el Deutsches Wirtschaftswunder (milagro económico alemán). Para 1960 la producción industrial había duplicado la de 1950, el PIB aumentó en dos tercios y la tasa de desempleo cayó de 10,3 a 1,2 %, con la minería de carbón ocupando cerca de 600.000 personas.

El declive de una industria hegemónica

Varios factores condujeron al debilitamiento de la minería alemana del carbón. Primero, a inicios de los años sesenta, su uso disminuyó a medida que las plantas nucleares y de combustión de petróleo prosperaron, por lo que muchas minas subterráneas dejaron de ser rentables y fueron clausuradas. Esto llevó a despidos masivos y movilizaciones de los gremios mineros. Por otro lado, extraer una tonelada de carbón subterráneo en Alemania costaba tres veces lo que en Rusia o el Este europeo. Sin embargo, los influyentes sindicatos mineros consiguieron generosos acuerdos de jubilación anticipada, así como subsidios a la minería remanente, logrando que no se dieran más despidos ni protestas, y que el final de esta industria fuera lo más gradual posible.

Plan de cierre y cambio estructural

Desde 1961 la minería alemana de carbón subterránea recibía subsidios del gobierno. Pero el final de esta industria se acordó en 2007 entre el gobierno de Ángela Merkel, los estados federados mineros y el sindicato minero con un plazo de 11 años para el cierre definitivo, cuando aún habían cerca de 33.000 empleados en ese sector. Finalmente, el 21 de diciembre de 2018 en efecto se dio término a una industria de dos siglos, así como a los subsidios, con un acto de clausura en la mina de Prosper-Haniel en la localidad de Bottrop.

La minería de carbón fue el motor económico de Alemania durante dos siglos, por lo que su declive implicó importantes efectos financieros para el país, además de profundas transformaciones sociales, en especial para la región del Ruhr, donde la minería era una actividad ancestral que hacía parte de la identidad de sus habitantes. Si bien las problemáticas laborales fueron mitigadas por los programas de jubilación anticipada y los subsidios, esto era insostenible, y no subsanaba completamente los impactos colaterales de terminar una actividad que a su vez impulsaba la socioeconomía de una región vía encadenamientos productivos.

La gestión integral de los antiguos sitios mineros es un proceso de largo plazo, pues muchos de los impactos de la minería en el medio ambiente son irreversibles y requieren manejos a perpetuidad. En ese sentido, la gestión del riesgo y los procesos de rehabilitación de los antiguos sitios mineros para nuevos propósitos eran enfoques esenciales, no sólo para atender estos impactos, sino también para impulsar un desarrollo territorial sostenible que brindara alternativas a la población. En consecuencia, abandonar la minería de carbón subterránea en Alemania requirió un plan de largo plazo conocido como el Strukturwandel des Ruhrgebiets (Cambio Estructural de la Región del Ruhr), el cual fue formulado desde un enfoque holístico que consideró los riesgos y oportunidades que significaba la post-minería para la región y el país. La implementación de este plan comenzó a inicios de los años noventa afrontando fuertes resistencias comunitarias y gremiales, por lo que se requirió de un consenso amplio entre las partes interesadas a nivel económico, político y de la sociedad civil, destacándose la participación de los municipios locales en la definición de las soluciones apropiadas para aprovechar el legado minero para las generaciones futuras.

Un Cambio Estructural es una transformación sostenible basada en el conocimiento, la cual apunta a fortalecer las capacidades económicas, ambientales y sociales de una región; considerando riesgos y oportunidades a largo plazo. Este plan comprende tres ejes: (1) geo-ecología e hidrogeología para gestionar riesgos subterráneos y posibles afectaciones a la superficie, (2) rehabilitación y protección de áreas de explotación abandonadas y de sitios patrimoniales y (3) transformación socioeconómica de las regiones mineras para impulsar el desarrollo sostenible de las poblaciones.

La gestión del agua subterránea y de las minas, la rehabilitación de los sitios de explotación, así como el desmantelamiento y relleno de túneles y perforaciones han sido temas ambientales claves de los dos primeros ejes. En cuanto al tercero, este se ha enfocado en brindar oportunidades a la población para la generación de nuevos ingresos económicos, con el fin de evitar que la tasa de desempleo aumente (especialmente en las personas con bajo nivel de cualificación) y se deterioren las condiciones de calidad de vida. Las principales estrategias del tercer eje son: promoción de nuevos negocios locales, inversiones empresariales en la región, adaptación de la infraestructura local al contexto económico emergente y formación-capacitación profesional y de mano de obra no calificada. En general, se necesita de al menos una generación para que una región comience a encontrar un equilibrio socioeconómico luego de experimentar los efectos del cierre de las operaciones mineras.

Dado que los medios financieros para impulsar este tipo de transformaciones no son fáciles de obtener, la experiencia alemana en este sentido señala que parte de los réditos que genera la minería a través de impuestos y regalías, deben ser invertidos en proyectos que apunten a la rehabilitación ambiental y diversificación socioeconómica post-extractiva de las zonas de influencia de las minas, con el fin de que parte del capital natural extraído, se transforme en otros capitales y capacidades territoriales. En el caso de la zona del Ruhr, la transformación se orientó a la conservación y aprovechamiento de la infraestructura industrial minera y siderúrgica, la cual es considerada por los alemanes como patrimonio histórico de la nación que debe preservarse para las futuras generaciones, dándole un uso rentable para las localidades que los poseen. Gracias al Plan para el Cambio Estructural, hoy muchos de los antiguos sitios mineros en la región del Ruhr, en lugar de ser áreas deterioradas y desoladas, son espacios dinámicos donde se llevan a cabo actividades culturales y turísticas.

Los esfuerzos de los últimos treinta años han creado una nueva atmósfera cultural y económica en todo el Ruhr. La identificación y entusiasmo de los habitantes por su región, sumado al creciente número de turistas nacionales y extranjeros hace que la cultura industrial y minera se haya convertido en una marca regional, a tal punto que lugares como la mina de carbón y la planta de coque Zollverein en Essen fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (ver figura). Por ejemplo, un festival anual en el área del Ruhr conocido como el ExtraSchicht o “Noche de la cultura Industrial”, conecta 50 sitios patrimoniales de la región a través de 500 eventos en 20 localidades diferentes, atrayendo a más de 200,000 visitantes que desean vivir experiencias en torno a la cultura industrial. Este complejo, fue visitado por más de 2 millones de personas en 2010, año en el que Essen fue declarada Capital Europea de la Cultura.

Si bien el turismo y la cultura han proporcionado nuevas alternativas para la región, los retos siguen siendo importantes, toda vez que la tasa de desempleo en el área del Ruhr el último año superó en al menos 3 puntos la media alemana que ronda el 6 %. Es importante seguir creando nuevas oportunidades laborales para los mineros y en especial para los jóvenes para que no abandonen la región. Cabe destacar que el cambio de paradigma en los últimos años de la industria energética alemana hacia las energías renovables también ha representado oportunidades para crear nuevos puestos de trabajo en las regiones post-mineras.

Los retos energéticos

Alemania decidió para 2038 eliminar el uso del carbón como fuente de energía. De allí su énfasis en una post-minería viable y sostenible, pues no es sencillo desligarse de 200 años de explotación de carbón. En 2021 el carbón cubrió cerca del 30% de la matriz energética alemana, mientras en conjunto las fuentes renovables abarcaron el 45,7%. Así mismo, el país ha avanzado significativamente en el desmantelamiento de sus instalaciones de energía nuclear.

Actualmente el tema energético es de máxima preocupación en Alemania, a raíz de la creciente incertidumbre en los suministros de gas desde Rusia a causa de la guerra en Ucrania, sumado al aumento de los precios del petróleo. Debido a ello, Alemania reactivó la Central Eléctrica de Carbón de Dattein IV, lo cual, si bien representa un retroceso de cara a sus metas ambientales, es imprescindible para enfrentar el invierno venidero, pues a pesar de los avances, su infraestructura de energías renovables aún no tiene la capacidad de cubrir el déficit proyectado.

Panorama del carbón en Colombia

La explotación industrial de carbón en Colombia se inició en la segunda mitad del siglo XIX para alimentar las primeras locomotoras de vapor del país y como combustible y materia prima de ferrerías en Cundinamarca, Boyacá y Antioquia. A partir de 1983, con la minería a gran escala en el Cerrejón, el país ingresa como exportador a la economía mundial del carbón. Hoy Colombia es el principal productor de América Latina y el que posee las mayores reservas, las cuales permitirían mantener su producción por al menos 20 años más. Después del petróleo, el carbón es el mayor generador de divisas y contribuye a la confiabilidad del sistema hidroeléctrico, ya que respalda su funcionamiento durante los fenómenos de variabilidad climática.

En Colombia menos del 3% de la titulación minera de carbón se desarrolla a gran escala y a cielo abierto en La Guajira y El Cesar, pero representa el 92% de la producción nacional. El resto se genera de manera subterránea a través de la pequeña y mediana minería en Santanderes, Cundinamarca, Boyacá, Córdoba, Antioquia, Valle y Cauca. Además de su relevancia económica nacional, la minería de carbón incide en las economías regionales, en tanto su contribución a los PIB departamentales es aún más marcada que la de nivel nacional.

El 90% del carbón que se extrae en Colombia es del tipo térmico, del cual la mayor parte es exportada, lo restante proviene del interior del país y se dedica al consumo interno. El otro 10% de la explotación corresponde al tipo metalúrgico, al cual se le puede dar valor agregado para producir coque, el cual es usado en industrias como la siderúrgica para producir acero. Colombia es el tercer exportador mundial de coque después de China y Polonia.

Tendencias energéticas y de consumo de carbón en el mundo

El portal Enerdata (2021) reportó un aumento del consumo energético mundial del 1,1% anual entre 2010 y 2019 e informó que el consumo promedio de carbón para el mismo período creció anualmente a razón del 0,2%. Sin embargo, la crisis aceleró la tendencia a la baja de consumo de carbón en algunos países, impulsada por políticas que favorecen las energías renovables y el gas.

La Administración de Información Energética de los EE. UU. presentó en 2019 una proyección de los mercados energéticos mundiales a largo plazo en dieciséis regiones entre 2018 y 2050. Este análisis proyecta que el consumo mundial de energía aumentará casi un 50% en ese lapso impulsado por el crecimiento económico de los países no pertenecientes a la OCDE, especialmente los asiáticos incluyendo China e India. Según este estudio, si bien para el 2050 la energía renovable será la principal fuente primaria, el consumo también aumentará para las demás fuentes, y los combustibles fósiles seguirán cubriendo parte de la demanda energética mundial, especialmente a nivel industrial.

El análisis anterior, contrario a ser una perspectiva conservadora, es una modelación basada en las tendencias actuales, donde el aumento de las energías renovables detiene el incremento sostenido de consumo de carbón durante los próximo 30 años estabilizándolo en el nivel actual. Esto no es un tema menor, máxime si se prevé un aumento del 50% en el consumo energético mundial al 2050, aun cuando el mismo estudio señala que la precisión de esta expectativa depende, entre otros factores, del desarrollo tecnológico que tengan las alternativas renovables en los próximos años.

Sin embargo, este panorama energético no lleva a cumplir los Acuerdos de París. Al respecto, existen otras proyecciones con escenarios más propicios. Por ejemplo, el Nuevo Panorama de la Energía (NEO) de Bloomberg NEF (2021) plantea tres proyecciones a largo plazo que cumplen con este Acuerdo, logrando emisiones netas cero en 2050, intensificando el uso de energía eólica, fotovoltaica (FV) e hidrógeno, así como una reducción drástica del uso de combustibles fósiles. Uno de sus tres escenarios admite incluso el uso de carbón y gas, siendo en conjunto el 52 % de la energía primaria en 2050, pero a costa de la captura y almacenamiento generalizado de carbono para ese año, y con las renovables cubriendo el 43 de la demanda.

En definitiva, el éxito de cualquiera de los escenarios presupone un desarrollo disruptivo en diversas tecnologías de energía renovable, además de un panorama de costos competitivo en comparación con las fuentes de energía convencional.

Perspectivas para una descarbonización de Colombia

Mientras la reducción del consumo de carbón durante la pandemia podría deberse a la retracción industrial por los confinamientos, por otra parte, el repunte del consumo durante la reactivación económica de la segunda mitad del 2021, y el aumento de las importaciones de carbón en países como Alemania –líderes en energías renovables como fuente primaria –, por causa de las restricciones de gas ruso, pueden indicar que a pesar de los avances, las fuentes renovables aun no proveen la estabilidad necesaria para soportar una matriz energética de alta complejidad.

Diversos análisis a largo plazo que proyectan un crecimiento significativo de las energías renovables en las matrices energéticas mundiales –especialmente eólica y FV–, no descartan la continuidad en el uso de carbón, manteniendo los niveles actuales de consumo durante las próximas décadas o reduciéndolos a la mitad incluso en escenarios de emisiones netas cero. Por lo tanto, es factible que los combustibles fósiles en especial el carbón, sigan siendo refugio energético de muchos países, en especial de aquellos en franco crecimiento económico como los de la zona asiática No-OCDE, con un monto de consumo semejante al actual, al menos en lo que resta de esta década y quizás más. 

En últimas, el estado de las cosas y las variables en juego en materia energética, muestran que más allá de los compromisos ambientales y de los avances de muchos países en esa vía, una descarbonización energética global no está a la vuelta de la esquina, y que lograrlo incluso a escala regional, si bien es viable, es un esfuerzo de largo aliento y alta complejidad.   

El que los países que sostendrían los actuales niveles de consumo de carbón durante las próximas décadas estén en la zona asiática No-OCDE, es una complicación comercial para Colombia, toda vez que su ubicación la pone en desventaja frente a países exportadores más cercanos a esa zona como Australia, Indonesia y Sudáfrica. Adicionalmente, cerca del 40% de los actuales destinos de exportación del carbón colombiano son países que le están apostando a las energías renovables como fuente primaria, entre ellos Holanda, E.E.U.U., Corea del Sur, España y Chile entre otros.

Así las cosas, Colombia posiblemente cuente, a lo sumo, con un margen de dos décadas de condiciones comerciales similares a las presentes con este commodity, por lo que, dado el caso, este sería el tiempo disponible para desarrollar una transformación estructural en las regiones cuya economía depende de la minería del carbón.

En el caso de Alemania, sin haber finalizado totalmente el cambio estructural de la región del Ruhr, este tardó 30 años; demostrando ser un proceso sensible e interdisciplinario en el que deben participar los múltiples actores involucrados, en aras de llegar a las decisiones más apropiadas al contexto socioeconómico y ambiental de la región en cuestión. En ese sentido, de ser pertinente en Colombia un proceso análogo, este ya debería de haber iniciado en las regiones carboneras del país, por lo que convendría revisar el conjunto de acciones efectuadas en esa línea y partir de lo construido, donde seguramente cada región desarrollará modelos distintos.

Además de los factores comerciales y estratégicos ya expuestos que sustentarían la oportunidad de una transformación estructural de las zonas mineras de carbón en La Guajira, Cesar, Santanderes, Boyacá, Cundinamarca, Antioquia, Córdoba, Cauca y Valle; en últimas el carácter temporal de esta actividad en los territorios hace del cierre una parte normal de su ciclo industrial. Es el caso de ciertas zonas carboneras en Antioquia, Valle y Cauca, tales proyecciones comerciales se suman a la profundidad de los mantos de extracción que se encuentran ya en niveles poco rentables para el negocio, lo que posiblemente implique acelerar los procesos de cierre.  

En síntesis, la transformación estructural regional como modelo de abandono de la actividad minera en general, implica iniciar su implementación con suficiente antelación para que las regiones puedan incorporar los réditos de la actividad y se fortalezcan a nivel socioeconómico y ambiental. La destinación de parte de las regalías a proyectos que apunten directamente a impulsar esta transformación puede ser una alternativa de financiamiento.

Finalmente, en el caso del carbón metalúrgico y en especial la producción de coque, el panorama nacional es diferente al ser un producto con demanda mundial en crecimiento. Sin embargo, buscando aumentar la incidencia positiva de este subsector en la economía del país, se requiere aunar esfuerzos entre sus actores para fortalecer su competitividad, invirtiendo en tecnificación que aumente volúmenes, eficiencia y calidad de la producción, y especialmente en infraestructura para mejorar las condiciones de transporte a puerto desde el interior del país; así mismo, se deben incorporar modelos de gestión de sostenibilidad en las empresas, con el fin de optimizar su contribución al ámbito socioeconómico y ambiental de sus zonas de influencia.

Fuentes bibliográficas

Notas periodísticas

Sitios Web

El actual conflicto minero-energético en Colombia como oportunidad

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Audiencia pública ambiental (Fuente: Archivo propio)

La historia de la minería en Colombia data de tiempos prehispánicos y aún hoy es el sustento de miles de familias que la han ejercido tradicionalmente. Aunque la participación de este sector en el PIB nacional rondando el 2% no alcanza a hacer de Colombia un país minero, es innegable que a través de la historia esta actividad ha estado ligada al desarrollo socioeconómico de la nación, y de manera especial en algunas de sus regiones.

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